Perdonadme que sea un romántico,
pero hoy hace un mes que nos conocimos.
Dicen que el primer mes es normalmente el mejor. Que después todo cae en la rutina, en la desidia, en el aburrimiento de las largas horas juntos. Pero nosotros sabemos que es distinto. Que no se trata de un idílio otoñal pasajero, ni siquiera el resultado de una noche loca de cena, sangría y baile. No. Es más que eso. Es amor.
Perdonadme que sea un romántico,
pero este mes ha sido muy rápido. Demasiado. Tantas cosas nuevas, tantos nombres que recordar. Sonrisas, palabras, preguntas. Cafés y desayunos en la cama (o en el bar, que más da), horas interminables que en realidad se acortan, y demasiadas cosas a descubrir. Conocernos como si lleváramos toda la vida juntos, ¡Suena tan tópico! Lo sé. Pero es amor.
Perdonadme que sea un romántico,
pero esto es como una orgía de sensaciones. Gente para conocer, charlas sorprendentes, aplausos entregados a ídolos de la tarima, redacciones penosas (según Castro) que compartimos en nuestro crecimiento como futuros profesionales de la comunicación. Comidas grupales, desayunos intensos y meriendas después de clase. Y sobretodo, muy buen “rollito”. Demasiadas sensaciones. Pero es amor, al fin y al cabo.
Perdonadme que sea un romántico,
pero mis mejores días son esos en los que pasamos de mañana a tarde juntos. Los jueves, cuando llego a casa a las 12 del mediodía, siento esa pesadumbre de la falta, de saber que por mucho que pasemos horas metidos en una aula, se respira un silencioso romanticismo, un flechazo de amistad primeriza que entrelaza nuestros incómodos pupitres.Porqué con vosotros, esas sillas plegables me parecen menos incómodas, las clases de Singla más llevaderas, e incluso el fast-food a precio de caviar del bar me sabe a ferrán adrià. Pero es amor, sin duda.
Perdonadme que sea un romántico, de nuevo.
Alejandro Cubero
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